Sagitario que se representa como un
centauro, mitad hombre, mitad caballo, aunque nosotros la identificamos mejor
como una tetera. Es una de las constelaciones más ricas en objetos de cielo
profundo y con más abundancia de estrellas al encontrarse en el centro de la Vía
Láctea, a pesar de estar situada en el hemisferio Sur desde donde se puede
observar en su máxima magnificencia, no deja de ser un gran atractivo para ser
contemplada desde casi todo el planeta, para los aficionados del hemisferio
Norte sólo se verá en los meses de verano y a baja altura.
Cuenta la mitología que para ser engendrado el centauro Quirón su padre tuvo que convertirse en caballo, hijo de Cronos y la ninfa Filira. Apolo y Artemisa le enseñaron en el arte de la medicina y la caza. En un combate fue herido por una flecha con sangre de la Hidra Lerna lo que le originó un aterrador dolor. Ya que era inmortal no quiso seguir viviendo en la agonía para siempre y ofreció su inmortalidad a Prometeo. Los dioses lo pusieron en el cielo para componer la constelación de Sagitario.
A continuación una toma de la Vía
Láctea en Sagitario desde el Km 31 con Juande el día 14 de julio de 2012 sin seguimiento:
Dos de los objetos más relevantes
a la hora de echar un vistazo por Sagitario y que no debemos pasar por alto:
La Laguna conocida también como
M-8 es una nebulosa de emisión, concretamente es una región de H II asociada a
un cúmulo estelar y una nube molecular. Al igual que la nebulosa de Orión se
trata de una maternidad y guardería estelar, donde no paran de nacer estrellas.
La Trífida o M-20 también una
región HII es una nebulosa tanto de emisión como de reflexión, se encuentra muy
cercana a la Laguna y están de nosotros a 5500 años luz aproximadamente. Podemos
ver en la imagen a continuación casi en
el centro M-20 de color azul y rojo, más abajo y mucho más grande M-8.
Toma
realizada en el OBS Al-Andalus (Andújar) el día 21 de junio de 2012 con la
Canon 1100D en piggyback, seguimiento manual de Óscar Pérez y posterior procesado
con pixinsight por Ramón Palomeque.
Un abrazo.
Antonio Cabrera